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quarta-feira, abril 24, 2024

Beatriz Pereira, la predilecta de San Simón: Breve historia de la importancia de la cultura en el proceso migratorio

Por Eduardo Schwartzberg (texto y fotos)

Beatriz no puede contener las lágrimas cuando recuerda la primera vez que con trece años de edad bailó la danza del caporal en la fiesta de la virgen de Urkupiña en Bolivia, festividad folclórica que acontece en Quillacollo, ciudad del Departamento de Cochabamba. Cada año miles de visitantes llegan en el mes de agosto  para presenciar o bailar en devoción a la santa patrona.

“Cuando estaba bailando, vi algo que no había visto en mi vida, porque cuando te encuentras  entre un millón de bailarines, en medio de graderías  repletas de personas, ver a los espectadores sonriendo, aplaudiendo, ahí fue con toda aquella emoción que vi lo que es bailar, amar el folclore y la cultura, ahí fue donde mi examen fue dado, de ahí comencé a amar …cuando se acaba el recorrido  la gente va directo para la iglesia, todo el mundo se saca el sobrero y entra de rodillas es cuando todo cae encima de uno, entiende  que el esfuerzo de bailar durante seis horas o más no fue nada, en ese momento que ve a la virgen se sorprende por estar viva, por estar aquí , por cuidar de uno”

Bia, la predilecta 2016 de los Caporales San Simón. Crédito: Eduardo Schwartzberg
Bia, la predilecta 2016 de los Caporales San Simón.
Crédito: Eduardo Schwartzberg

Emocionada y ante la mirada de sus padres y hermana mayor (quienes también intentan contener las lágrimas) narra cada detalle de esta experiencia que marco su vida de manera importante, porque es a partir de ese instante que Bia (como la llaman con cariño) se apasionó desde el alma. Comprendió que la danza del caporal era más que una práctica y movimiento corporal, que significa identidad, devoción y vida.  Sintió más que nunca cuando entró de rodillas a la iglesia  a saludar a la Virgen, que Bolivia también corre por sus venas

Ese reconocimiento y amor por la cultura boliviana fue lo que demostró la noche del seis de junio pasado en el evento que los caporales San Simón filial São Paulo eligieron a su predilecta 2016. En el escenario, la precisión, carisma y prestancia con la que interpretaba cada paso de su coreografía, motivaron al jurado a que puntué  la mejor calificación para Bia. Con apenas 15 años y siendo la más joven de las participantes se coronó  como la ganadora y el público le brindó un merecido reconocimiento aplaudiendo de manera efusiva.

Franz Campero, padre de la nueva predilecta emocionado la abraza cuando ella desciende del escenario, inolvidable  instante que recordará toda su vida, como también recuerda cuando hace más de cuarenta años atrás, también emocionado  abrazaba a sus padres pero no como felicitación sino como despedida antes de subir al tren que lo llevaría a Brasil, donde forjó su destino y donde ya lo esperaban su esposa Ivanilde y sus dos hijas Amanda y Beatriz.

Dejó una posible carrera de futbolista profesional en el equipo emblemático de San José de la ciudad minera de Oruro para estudiar medicina en Natal, capital de Rio Grande del Norte, gracias a un convenio de intercambio cultural existente entre Bolivia y Brasil. Después de muchos años verá nuevamente al equipo de sus amores encabezado por un extraordinario jugador como fue el argentino José Daniel Valencia, empatar a un tanto con el grande São Paulo en el estadio Morunbi por la Copa Libertadores de América, tal vez alguna lágrima también se hizo presente aquella noche de 1992.

A família Pereira Campero, mais um exemplo das histórias criadas pelas migrações. Crédito: Eduardo Schwartzberg
A família Pereira Campero, mais um exemplo das histórias criadas pelas migrações.
Crédito: Eduardo Schwartzberg

Pero su pasión por la pelota no paró, por lo contrario fue una actividad deportiva que le sirvió para cosechar muchas amistades, entre ellas de otros bolivianos, la mayoría médicos que se formaron también en este país, el gigante de Sudamérica. Se reunían cada fin de semana, conformaron un equipo integrado por ex futbolistas profesionales y consiguieron varios campeonatos organizados por la comunidad boliviana. Después de los varios encuentros las familias confraternizaban  compartiendo la comida, música y danzas bolivianas.

La mejor profesora de portugués fue Ivanilde, su esposa a quien conoció en el primer trabajo que tuvo en la ciudad de São Paulo en 1985. En el hospital  ella era telefonista y en medio de palabras misturadas entre portugués y español creció una amistad que después se convirtió en una historia de amor que dura hasta ahora. Ivanilde indica que poco a poco le iba enseñando pero que ahora “fala muito bem

Amanda quien es la hija mayor de la familia anteriormente también fue elegida predilecta de San Simón, desde muy pequeña fue ella quien primero abrazo la cultura boliviana. Incentivada por su padre comenzó a aprender a bailar en el Ballet Folclórico Boliviano que dirige Hugo Villarroel, posteriormente  entraría a San Simón cuando Karina Miranda, Kathia Camacho, Kathia Modesta, Reginaldo Peredo, Claudia Camacho, Fernando Delgadillo, Fernando Montero Donitzete Benevides  fundaron la filial en São Paulo, el 22 de noviembre de 2007.

Caporales San Simón es toda una institución cultural que tiene filiales en varios países del mundo entre los más importantes Estados Unidos, Argentina, España y ahora Brasil, se constituye en una  diáspora cultural migratoria a través de la danza  y brinda la posibilidad como en el caso de Amanda y Beatriz de reafirmar su identidad  al vivir la experiencia de bailar en suelo boliviano.

Actualmente Beatriz se prepara para la elección en la cual todas las agrupaciones de danza boliviana que existen en São Paulo eligen a su única soberana en miras al principal evento folclórico que la comunidad boliviana celebra en el mes de agosto en conmemoración a las vírgenes de Copacaba y Urkupiña y a las fiestas patrias, evento que se realiza ya hace varios años en el Memorial de América Latina.

La breve historia de la Familia Pereira Campero es un ejemplo de esas historias extraordinarias resultado de una elección definitiva como la que tomó Franz, cuando con  veinte años decidió emigrar  en busca de un mejor destino dejando a sus padres, hermanos y amigos. Sin embargo, ahora rodeado de las tres hermosas mujeres que constituyen su familia, apasionadas además de su cultura, no tiene duda que su decisión fue la correcta.

 

 

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